Córdoba, 24 de julio – Academia Pemán, la nueva iniciativa de Pemán Semillas, celebró recientemente un exitoso seminario virtual que congregó a productores y especialistas del sector ganadero, con el objetivo de brindar herramientas y conocimientos técnicos para la optimización de la conservación y uso de forrajes. El evento, que contó con las destacadas disertaciones del Ing. Agr. Pablo Cattani y el Ing. Agr. Gastón Alfaro, Ph.D., se centró en cómo la gestión eficiente del silaje impacta directamente en la rentabilidad y previsibilidad de los sistemas productivos.
La Visión de Pablo Cattani: Calidad, Costos e Ineficiencias en la Producción de Silaje
El Ing. Pablo Cattani, especialista en conservación y uso de forrajes, inició la jornada destacando la trascendencia del forraje conservado como uno de los insumos más costosos en la ganadería, especialmente en la lechería donde representa el 60% del cheque total y el 60% de la comida. En su exposición, Cattani enfatizó que la previsibilidad y el control de costos son fundamentales para la ganadería a largo plazo.
Subrayó que la digestibilidad, la energía metabólica y la energía neta productiva son los factores de mayor impacto para la rentabilidad. Recalcó la diferencia en el aprovechamiento ruminal de los nutrientes: un kilo de hoja se aprovecha un 50%, un kilo de tallo un 30%, mientras que un kilo de grano casi un 90%. A pesar de esto, el forraje es el recurso más económico de producir.
Cattani abordó las ineficiencias que pueden presentarse en el proceso de ensilaje, señalando que un silaje puede volverse ineficiente por un bajo nivel de materia seca, bajo consumo, baja producción de grano o una falta de estrategia y planificación en su uso. Advirtió sobre el impacto de cosechar prematuramente: anticipar la cosecha en 10 días puede significar una pérdida de una tonelada de producción por hectárea, el transporte innecesario de siete toneladas de agua (con su costo asociado) y una reducción del 30% en la participación de la espiga en el silaje.
También alertó sobre la degradación por temperatura y oxidación en el silo, indicando que la presencia de temperatura en el material ensilado es un signo de oxidación (mal llamada fermentación secundaria). Esta oxidación se traduce en pérdidas energéticas significativas, estimando que una pérdida de 0.1 megacalorías equivale a casi 70 kg de carne por hectárea. Para mitigar esto, es crucial dimensionar los silos de manera que se extraigan entre 30 y 40 cm de material por día, ya que el oxígeno ingresa unos 10 cm diarios al frente del silo, deteriorando el material. Si la tasa de extracción baja al 15%, las pérdidas por deterioro aeróbico pueden dispararse a un 10-15%.
En cuanto a los tipos de ensilaje y materiales ensilables, Cattani profundizó en la elección de variedades para maíz y sorgo. Para el maíz, recomendó elegir variedades dentadas sobre las de grano duro por su mayor facilidad de partido y degradabilidad del almidón en el rumen, lo que implica un mejor aporte de nutrientes. Destacó la importancia de no exceder la cantidad de semillas por metro lineal, ya que el exceso genera competencia entre plantas, lo que puede aumentar la fibra y disminuir su digestibilidad.
Respecto al sorgo, resaltó su ventaja en ambientes desfavorables, su floración extendida y ciclos de picado más largos, y su capacidad de macollaje y «stop and go» (recuperación ante condiciones adversas). Enfatizó la necesidad de una siembra más precisa, dejando de lado la siembra «a chorrillo», para asegurar una mejor calidad del forraje. Detalló los tipos de sorgo: forrajeros (más altos, más fibra, menos espiga), fotosensitivos (más volumen, menos energía) y graníferos/doble propósito (planta más chica, mayor proporción de espiga, similar materia seca digestible, pero la digestibilidad proviene del almidón del grano).
Un punto crucial fue la materia seca (MS) óptima para el picado, estableciendo un mínimo de 35% de MS para iniciar el ensilado. Para el maíz, aconsejó picar cuando el grano está colmado de almidón, antes del punto negro, para maximizar la absorción ruminal del almidón. En cuanto a la altura de corte, sugirió cortar por encima de la inserción de la primera hoja. Esta práctica, aunque signifique sacrificar volumen, resulta en menos fibra (FDA), mayor consumo (FDN), mayor concentración de materia seca, más proteína y, fundamentalmente, una mayor digestibilidad del forraje total. Para el sorgo, destacó que cortar alto también permite concentrar nutrientes y puede favorecer el rebrote para una segunda cosecha.